“Si escoges la FP puedes tener un puesto fijo”
El responsable de la formación en la Cámara de España recuerda el valor de la FP y de su método dual basado en la realidad y la práctica como una fórmula eficaz para reinventarse laboralmente y cumplir las exigencias de empresas y empleadores.
Una gran brecha entre el mundo académico y lo que exigen las empresas; un sistema educativo que no viaja a la misma velocidad que el mercado laboral, cambiante, hipercompetitivo y que exige nuevas capacidades y habilidades casi cada día para adecuar los perfiles a los puestos y a las nuevas profesiones que surgen.
En este escenario, fórmulas como la formación profesional compiten con la universidad y también con otros modelos mucho menos tradicionales para asegurar un futuro a quienes buscan empleo.
Ramón Paredes (Don Benito, 1956), presidente de la Comisión de Formación Profesional de la Cámara de Comercio de España, recuerda que “hace 20 o 25 años, el desarrollo de la economía y el de las empresas era parecido al de la educación, pero hoy el modelo educativo es más lento. Quien accede al mercado de trabajo necesita una formación adicional”.
Paredes añade que la brecha más grande en España está en los oficios y se refiere, además, a un inconveniente que ya es estructural: “En nuestro país la tasa de abandono escolar es un problema. Durante el boom de la construcción, muchos jóvenes dejaron de estudiar, y esto sacó del sistema educativo a muchos de ellos, creando un gran número de jóvenes que ni estudian ni trabajan. Este fenómeno afecta más a España que al resto de Europa, ya que la media de abandono aquí es del 22%, frente al 11% en el resto de países europeos. En la cuarta revolución industrial, la digitalización acelera los cambios y hay un número de jóvenes muy difícil de recolocar. Esto implica entre otras cosas que cada día haya menos espacio para el trabajo poco cualificado. Este lo harán principalmente las máquinas y los robots. Así, hay gente que está expuesta a trabajos precarios o de corto plazo, y es necesario prepararlos para dar un salto en formación”.
Paredes no cree pertinente discutir acerca de “digitalización sí o no”. Habla de digitalización y emprendimiento: “No hace falta que un joven busque un empleo. Puede montar su propia empresa. Hay que conseguir un Estado común de formación, y marcar el mínimo suficiente homologado para todas las comunidades autónomas”. La formación 4.0, según él, tiene que ver con la teoría, la práctica, la digitalización y el emprendimiento.
También se refiere al gran número de jóvenes con formación no empleable, ya que la economía va muy rápido y muchas profesiones dejan de ser demandadas: “Hoy la mayoría no sabe qué va a hacer. Falta orientación, y es importante que ésta se ofrezca desde la escuela. No se trata de escoger siempre entre Universidad y, si no vales, la FP. Son dos caminos posibles. Lo que se debe hacer es dignificar la FP y que la Universidad no sea la primera opción. Hay que pensar en una especie de carretera con bifurcación. Que el alumno decida que puede ir a la formación profesional, sin que esto implique que ya no pueda ser universitario”. Paredes sugiere pasarelas para que el que acaba FP pueda continuar con esa profesión o con otra similar en la Universidad, y añade que “cuando eliges la formación profesional sueles encontrar un puesto fijo, pero eso no tiene por qué significar que debas dejar de estudiar y que no continúes con tu aprendizaje. Éste hoy debe de ser de por vida”.
Se refiere al modelo de Alemania, Suiza, Holanda o Austria, “que tienen una formación profesional muy prestigiada. Se le da tanto valor como al que tiene una ingeniería. En estos modelos la FP implica altos niveles de responsabilidad, oficio, formación y experiencia. Y esto implica también altos niveles de empleo y retribución, gracias a un aprendizaje muy bien orientado a lo que exigen las empresas y los empleadores”.
Más realidad
Paredes explica que “quien antes no valía para la selectividad, tenía supuestamente una salida fácil en la formación profesional. En el resto de Europa sucedía al contrario. Un ingeniero pasa por la FP y luego puede ir a una ingeniería. La FP es una verdadera palanca para encontrar un empleo, y constituye un acceso al mercado laboral muy estable. Cuando la formación para un oficio se explica bien y se le da visibilidad, es un camino hacia el éxito profesional. Es el caso del auge actual de los cocineros, una ocupación que antes se asociaba a condiciones poco interesantes y pocas perspectivas y que hoy resulta muy atractivo”.
El sistema educativo en España debe afrontar el reto de reconvertirse en una formación mucho más práctica y orientada a las necesidades reales de las empresas. En nuestro país se advierte un déficit notable en materias fundamentales como las matemáticas o la comprensión lectora, y esto influye en la ausencia o en la falta de actualización de habilidades soft y competencias transversales, que son las que demandan las empresas; y que además impide generar perfiles con un conocimiento técnico fundamental.
Conviene recordar además que la estructura educativa de España tiene la forma de un diábolo, en el que se concentra una masa de personas formadas en la educación obligatoria y en la Universidad, con un cuello de botella en el centro, que se refiere a la FP y a las asignaturas técnicas. Esta estructura hace que tengamos muchos licenciados que hacen trabajos administrativos o que son meros gestores.
Adaptación
Entre las quejas de los empresarios suele destacar el fenómeno de la sobreeducación, que abunda en el desajuste entre las cualificaciones de los trabajadores y las que exigen las empresas: licenciados en carreras que el mercado no demanda o déficit de titulados “necesarios” que habrá que importar de otros países.
Paredes insiste en la brecha que se abre en los oficios, y explica que “antes, con apenas cinco ocupaciones se cubría toda la industria. Pero hoy se piden mecatrónicos, electronicistas, quimitrónicos… Tenemos jóvenes con formación, pero en el mercado ya no existen ciertos oficios. Hace 20 años, tener una carrera era tener un futuro. Hoy no faltan tantos abogados o directores de márketing, y una carrera universitaria ya no es una garantía para triunfar. La industria crece con tecnologías muy complejas, y hay oficios en los que se puede ganar más que con titulaciones universitarias”.
Añade a eso el concepto de desajuste vertical: Hay gente con formación que está sobrecualificada. En otras profesiones, la industria pide y no hay; tienes que ir a buscar a otro país o contratas a alguien que no sabe y hay que formarlo para adaptarlo”.
Paredes considera que “la FP ha sido y es el gran reto. En otros países europeos como Alemania, o en el caso de Holanda, se trata de una formación profesional muy prestigiada que no compite con la Universidad”.
También se refiere a los problemas que supone la falta de entendimiento en los programas educativos: “Los oficios no tienen color político, de la misma manera que tampoco lo tienen la química o las matemáticas. La Universidad debe revisar su modelo, que debe ser también dual, como la FP, y que todo se ponga en práctica de manera conjunta con la empresa. Resulta determinante que el mundo académico y el de las compañías estén en sintonía, porque quien detecta de verdad qué es lo que se necesita son las empresas, y los gobiernos deben consultarles a ellas”.
Fuente: Expansión