Para qué vale tu currículo (si es que sirve)
El recurso al currículo se asocia hoy a una estrategia demasiado tradicional y poco eficaz cuando se busca un empleo. Es cierto que limitarse sólo al CV supone quedarse corto y no aportar mucha diferencia, pero aún perduran en éste algunos valores que pueden servirnos.
Cuando el reclutador lee tu currículo no percibe realmente qué tipo de profesional eres. Hoy se tiene en cuenta lo que pesa la personalidad y los valores del candidato. Además, quienes buscan un profesional para un puesto cada vez tienen menos en cuenta sus éxitos pasados. La idea es que casi nadie puede asegurar que los triunfos laborales se repitan sistemáticamente en otra organización.
¿Sirve de algo el currículo? La respuesta es “sí”, pero cada vez menos si no se acompaña de ciertas estrategias que tienen como denominador común el hecho de diferenciarse del resto de candidatos y mostrar valor añadido de una forma no tradicional. El currículo que se concibe de una manera tradicional no tiene vida, resulta muy difícil de actualizar, y no ofrece apenas posibilidades de diferenciarse.
Parece evidente que quien busca un empleo tiene como objetivo ponerse delante de un entrevistador y causarle la mejor impresión posible, pero el énfasis no puede estar en el currículo. Antes las organizaciones contrataban por aptitudes en los procesos tradicionales, pero las empresas y los aspirantes terminan separándose por las actitudes. La hoja laboral típica está basada en la experiencia y en la capacitación técnica, pero no dice a qué se ha enfrentado la persona y cómo es en realidad.
Convencer en segundos…
Lo primero que debes tener en cuenta, hablando de ser y parecer diferente y atractivo, es que los reclutadores apenas leen los tres primeros párrafos de tu vida laboral. Y que tampoco dedican demasiado tiempo a cada caso concreto.
Numerosos estudios ofrecen datos del tiempo de atención que los seleccionadores dedican al currículo, y éste ha ido bajando: no hace mucho, disponías del tiempo que dura una canción (corta) para llamar la atención de quien ofrece un puesto. Esto se ha ido reduciendo. Pasó a unos escasos 20 segundos, y hay quien asegura que hoy los reclutadores apenas dedican seis segundos a cada currículo. Ésta es una de las razones por las que te habrán dicho ya que el CV es necesario pero no suficiente para conseguir un puesto de trabajo.
Mantener la esencia
La reinvención profesional y la necesidad de distinguirse del resto de candidatos provocan que el currículo quede en cierta forma relegado. Aunque su esencia permanece, se abren nuevas posibilidades con la tecnología que es posible aprovechar en nuestro beneficio.
Hay quien piensa que llegará un momento en el que no hará falta ni elaborar un currículo, porque contaremos con herramientas que aglutinen toda la información contenida en diferentes fuentes de información.
Sin embargo, el CV sigue siendo una herramienta más potente de trabajo para los reclutadores, aunque ahora éstos seleccionan por otros canales como LinkedIn, Facebook o Twitter, lo que transforma la difusión de la oferta, sin que se pierda la valoración de la trayectoria profesional y de las referencias, con un contenido que sigue siendo relevante.
Supera las ofertas ocultas
Por si no fuera suficiente con esta dificultad, la realidad demuestra que el 80% de las ofertas de empleo son invisibles. Esto quiere decir que los cauces tradicionales para saber que existen no sirven apenas.
Los contactos sólidos y un networking bien armado son el mejor (y quizá único) medio para conseguir un trabajo. Es muy difícil que accedas a un puesto sin contactos.
¿CV o redes sociales?
Debes tener en cuenta un aspecto fundamental: tu huella digital es importantísima para una valoración más completa, y para verificar y contrastar la información que proporcionas en el currículo. Algunas tendencias internacionales hablan de la posibilidad de que los empleadores puedan otorgar en un futuro cercano una importancia determinante a nuestra actividad en las redes sociales. Así, los siete últimos años de actividad en Twitter, Facebook, LinkedIn y otras plataformas similares pueden ser analizados cada vez que busquemos trabajo. Se nos calificará y juzgará por esa actividad, que podría llegar a tener tanta relevancia como el currículo.
Has de gestionar adecuadamente tus perfiles sociales y crear una marca personal sólida, que sea verdadera y efectiva.
Dominar las redes sociales implica hablar de la calidad del trabajo que muestras y que utilizas como correa de transmisión de lo que haces y eres en realidad.
Nuevas formas de contratar
El mercado laboral pide nuevas habilidades y capacidades profesionales a los candidatos. Esto implica adoptar otras fórmulas de búsqueda de trabajo (sigue la necesidad de diferenciarse).
Una consecuencia de todo esto es que las ofertas de empleo de siempre ya no existen. Los reclamos han cambiado en el fondo y en la forma, y responden a una nueva manera de reclutar que demuestran una capacidad para sintetizar y comprender los valores de la compañía y que se transmiten a quien los pueda entender.
Debes tener en cuenta que la estrategia respecto del CV tendrá que ser muy diferente, porque también se acabaron los anuncios de trabajo tradicionales.
¿Demasiado original?
La necesidad (u obsesión) por resultar diferente lleva algunas veces a plantearse la elaboración de currículos “especiales”. La realidad es que pueden ser válidos para llamar la atención en determinados puestos, en sectores como márketing o comunicación, y para demostrar determinadas capacidades o habilidades. La recomendación es que no se trata de hacer currículos genéricos ni mandárselos a cualquiera. Es necesario analizar las oportunidades, estudiar dónde queremos ir, y adaptarlo a los puestos o a las empresas.
Cambio radical
Algo que afectará a tu currículo, a cómo lo enfoques y a su efectividad es el hecho de que cambiar de ocupación, de sector o incluso de profesión y de carrera, es un consejo y una necesidad cada vez más común.
Proliferan los profesionales que abandonan sus puestos o las organizaciones en las que trabajan para dedicarse a carreras o actividades que no tienen que ver con lo que habían hecho anteriormente.
La realidad es que la estabilidad en el empleo ya no se refiere a mantener el mismo trabajo en la misma empresa o sector.
Debes visualizar tu futuro profesional, y no está de más que sepas qué te gustaría estar haciendo dentro de 10 o 15 años. Trata de visualizar tu futuro.
Analiza asimismo las profesiones emergentes y las tendencias de mercado, porque éstas te ofrecen datos objetivos sobre nuevas oportunidades laborales.
Y para saber sobre tu futuro resulta determinante conocer tus fortalezas, sin olvidar la búsqueda de referencias profesionales, que puede ser gente inspiradora que te sitúe en el buen camino profesional en el caso de que no sepas exactamente lo que quieres.
Fuente: Expansión