Hacer ‘networking’ o tener amigos… ¿qué es más eficaz?
Si buscas empleo o pretendes ser más visible en tu organización los contactos son imprescindibles. Pero tal vez te sea más útil ‘tener amigos’, construyendo una red sostenible y mucho más valiosa.
Los amigos son tesoros, ya se sabe… Y más en el trabajo. Es conocida la encuesta de Gallup que dice que un buen amigo en la oficina incrementa la satisfacción profesional en un 50%. Quien además consiga tener un “mejor amigo”, será siete veces más proclive a estar comprometido y enganchado en su puesto.
De todas formas, el amigo que nos reporta verdadera felicidad profesional está en un plano diferente, al que resulta complicado llegar. Más allá del típico networking, que se refiere a tejer contactos, acudir a foros, intercambiar tarjetas y contestar llamadas, está la posibilidad de construir relaciones personales sólidas que tienen consecuencias muy positivas cuando buscamos empleo o pretendemos ser visibles e influyentes en nuestra organización. La cuestión es si basta hacer networking. Quizá sea mejor “tener amigos”.
Puesto que los contactos sólidos resultan tan determinantes, hay que analizar quién merece verdaderamente la pena, y dónde están los “amigos” de alta calidad que nos ayudan a conseguir un empleo o a brillar en el que tenemos.
Para Eva Collado, consultora estratégica de capital humano, el verdadero networking no es sólo acudir a eventos para repartir y recoger tarjetas con el fin de conocer a personas que puedan ser de interés para nuestra profesión o negocio. Y no se trata de coleccionar contactos en las diferentes redes pensando que es mejor tenerlos localizados por si acaso: “Somos lo que somos también por la influencia de aquellos con los que nos relacionamos. Y es necesario saber elegir a nuestros compañeros de viaje, aquellos que nos aportan, acompañan, ayudan y abren puertas porque nosotros hacemos exactamente lo mismo por ellos”.
La experta añade que “esto no va de tomarse una cerveza con alguien, sino de pensar que tal vez te tomarás esa cerveza dentro de algún tiempo para celebrar una futura colaboración o un éxito. Si tus contactos actuales son capaces de hacerte llegar a los contactos que quieres realizar en tu futuro es que lo estás haciendo bien”.
Guillem Recolons cree que la línea roja que separa nuestro mundo de relaciones personales (amigos, familia, universidad) de nuestras relaciones profesionales, se estrecha día a día. Recuerda que ya en 1936 Dale Carnegie afirmaba en su libro El arte de hacer amigos e influir en las personas que “el 15% del éxito financiero de cada uno se debe al conocimiento técnico, el 85% restante a la habilidad en la tecnología humana; la personalidad y la capacidad para tratar con la gente”.
Recolons insiste en que “si eso era así en 1936, será mucho más ahora que se empiezan a considerar las competencias blandas (comunicación o empatía) como fundamentales para la gestión de nuestra marca personal.
Según Recolons, que una relación profesional pase a ser personal tiene sentido básicamente si la relación se refuerza y pasa a depender menos de la empresa y más del individuo.
Ovidio Peñalver, socio director de Isavia, se refiere a la inteligencia social que nos lleva a establecer una red de relaciones: “Lo de hacer amigos no debe forzarse artificialmente; ha de surgir de forma natural. Es como un lobby en el mejor de los sentidos”
Recolons coincide en que es fundamental que se produzca de forma natural y no como consecuencia de un plan: “Ha de ser por afinidad de valores y por experiencias comunes. No por tener un trato continuado con un cliente o proveedor la relación se convertirá en personal. Se necesita algo más, y ese algo más tiene que ver con la química de la relación, con la empatía, con la simpatía, con el compartir momentos del pasado, personas comunes, aficiones comunes… No es seguir un plan de manual”.
Añade que “es muy difícil hacer amigos en las redes sociales si no se produce un contacto real, pero lo cierto es que a través de ellas podemos identificar algunos de los elementos que tenemos en común con otros profesionales. Es una primera fase, pero los verdaderos amigos (virtuales) no existen. Hay que dar un paso clave y pasar del entorno virtual de los bits al entorno real de los átomos. Convertir a un contacto profesional en amistad es una buena inversión, pero no debe forzarse. Es mejor dejar que suceda, algo parecido a una relación sentimental”.
Eva Collado considera que existen formas idóneas para construir una verdadera y fructífera red de contactos, pero implica mostrar interés por los demás y conocerlos: “A medida de que vas creciendo en la red vas encontrando a personas en el camino que, por afinidad personal y profesional, llaman tu atención. Éstas son las personas con las que vas a interactuar, establecer sinergias de futuro y compartir. Irás sabiendo de ellas a diario y surgirán momentos únicos para conocerlos que debes aprovechar”.
Más que ‘colegueo’
Andrés Pérez Ortega, consultor en estrategia personal, distingue entre la red de contactos válida y lo que simplemente se puede llamar colegueo. Para la primera hay que trabajar esa red, y eso significa que detrás hay una estrategia planificada para tejer, desarrollar y mantener cohesionados una serie de contactos para obtener un beneficio mutuo. El colegueo tiene que ver con la improvisación, lo espontáneo y lo no planificado: “El contacto sólido está relacionado con lo racional, la confianza y la credibilidad. Funciona mejor cuando la gente sabe en qué puedes ser útil para conseguir algo o resolver un problema. Debe haber una investigación del contacto, una preparación del encuentro, un buen manejo de la conversación, la escucha y, por último, un seguimiento adecuado”.
Pérez añade que las redes sólidas “tienen que ver con ganarse la confianza profesional de quienes toman las decisiones. Implica mantener una red unida mediante el intercambio de algo valioso, como una referencia, una información, un aprendizaje, el contacto de una persona influyente, un servicio profesional… El colegueo tiene que ver con una conversación en la máquina de café”.
Fuente: Expansión