Las multas fiscales inmediatas amenazan el sector empresarial belga
En los últimos años, el Gobierno belga ha aumentado considerablemente la presión fiscal. Por ejemplo, Hacienda impone directamente un recargo tributario del 10% por cada error en la declaración de la renta, aunque el error se corrija posteriormente. Esta medida crea un clima de miedo e incertidumbre para los autónomos y las PYME.
Las autoridades fiscales se están dando cuenta de que muchos contribuyentes se escabullen, ya sea intencionadamente o no. Por ello, Hacienda está aplicando una medida más estricta: un recargo tributario del 10% sobre los ingresos no declarados. Esta medida se aplica tanto a particulares como a autónomos y PYME, sin distinción entre los que lo hacen a buena o mala fe.
Esta medida es obviamente preocupante, y con razón para organizaciones como Unizo, UCM e ITAA. La legislación fiscal es tan compleja que incluso los empresarios que actúan de buena fe cometen errores. En caso de primera infracción, se puede renunciar al recargo en alegando que no ha sido a propósito, pero tras un segundo error, no hay salida.
El miedo al fracaso mina el espíritu empresarial
Estas subidas de impuestos tienen un gran impacto, especialmente en las pequeñas empresas, las empresas de nueva creación y los autónomos. La presión por ser impecable en un panorama fiscal muy complejo puede socavar gravemente el espíritu empresarial. Hemos observado que el miedo a cometer errores es un gran obstáculo y una de las principales razones por las que los belgas son reacios a convertirse en empresarios.
Esto es obviamente preocupante, porque dificulta el desarrollo de nuevas ideas y empresas innovadoras. La cuestión es si habrá suficientes emprendedores en el futuro para renovar nuestro panorama económico, en un clima en el que cada error se castiga inmediatamente desde el punto de vista financiero. Por tanto, es crucial que el Gobierno cree las condiciones adecuadas para que florezca el espíritu empresarial, en lugar de sofocarlo con unas normas fiscales rígidas.
Una política flexible y un diálogo abierto
Para mejorar la situación, hay que cambiar el rumbo y fomentar una política más flexible. Por ejemplo, el Gobierno podría introducir un sistema de multas fiscales progresivas, en función de la gravedad del error.
En lugar de imponer sanciones inmediatas, los empresarios deberían tener la posibilidad de corregir sus errores sin sanciones económicas. Además, el Gobierno podría invertir en sistemas de prevención de errores, como recordatorios automáticos de los plazos y notificaciones en tiempo real de las declaraciones fiscales.
También parece esencial establecer un diálogo abierto con organizaciones como Unizo, UCM e ITAA, para trabajar juntos en la creación de un entorno fiscal justo y favorable.
El Gobierno necesita apoyar a los empresarios más que nunca. Las multas inmediatas sin apoyo ahogan radicalmente el espíritu emprendedor en Bélgica. En cambio, tenemos que garantizar que los emprendedores puedan evolucionar y aprender sin estar bajo la amenaza constante de sanciones.