El éxito profesional es ser ‘ardilla púrpura’
Así denominan algunos reclutadores a quienes dominan los ‘trabajos híbridos’, que son empleos cada vez más complejos que exigen un juego de habilidades profesionales inéditas. Adaptarse a ellos lleva premio: un nuevo valor profesional y una retribución más alta.
Se dice que hace más de 2.000 años, una ardilla podía atravesar la Península Ibérica desde Asturias a Cádiz sin pisar el suelo, saltando de árbol en árbol. Hoy usted puede convertirse en ardilla púrpura -ese es el nombre que le darán algunos reclutadores si usted se convierte en el tipo de profesional que maneja una combinación de habilidades inusuales- saltando de empleo en empleo.
Para ese viaje plagado de cambios, los árboles serán los trabajos híbridos, una sabia combinación de perfiles en transformación y nuevas habilidades profesionales que le permitirán saltar a los puestos de trabajo que tienen más éxito y están mejor remunerados.
La Comisión Europea pronosticaba ya en 2013 que en 2020 habrá 900.000 puestos en Europa que no se podrán cubrir. Y esto implica la paradoja de que exista un gran número de jóvenes profesionales que no estarán preparados para ocupar estas posiciones. Y también es conocido el informe de ManpowerGroup en Estados Unidos que concluye que el 52% de los empleadores revelan graves dificultades para llenar ciertas posiciones por lo que denominan “escasez de talento”. Un 35% de las compañías se refiere a la “falta de experiencia” de los candidatos, mientras que un 25% se queja del conocimiento del negocio de los aspirantes y también de su cualificación formal.
El imán de talento
Si usted es de los que logra finalmente adaptarse y adquirir las habilidades necesarias que completen y aumenten el valor de su perfil profesional, instalado en un trabajo híbrido, podrá planificar su carrera con la garantía de que pertenece a un grupo selecto de candidatos. Hablar de trabajos híbridos y de profesionales calificados como ardillas púrpura implica la necesidad de conocer las nuevas exigencias de reclutadores y empresas. Los candidatos deben adaptarse a las necesidades impuestas por las organizaciones, y éstas, además, deben convertirse en imanes de talento para atraer a los mejores.
María José Martín, directora general de Right Management, define el imán de talento como “aquella persona, marca u organización que ejerce una atracción irresistible e irremediable sobre un espectro amplio de personas y que genera una sensación de promesa de valor excelente en un ejercicio de riqueza espiritual compartida”, y destaca asimismo la importancia que tienen habilidades como la learnability y la reflexión sobre dónde queremos estar y qué queremos hacer.
Existen dificultades para encontrar determinadas competencias que implican una adaptación y que no todos los candidatos poseen. Y pocas organizaciones están implantando las estrategias necesarias para solucionar el déficit en la atracción de talento.
Matt Sigelman, CEO de la consultora Burning Glass Technologies, explica que “para atrapar a las escasas ardillas púrpura, los empleadores están dispuestos a pagar una prima, a menudo una grande”. Los roles híbridos, por tanto, se refieren a puestos y actividades de alto potencial.
Selección natural
El último informe de Burning Glass sobre trabajo híbrido recuerda que hoy “la tecnología cambia la forma en la que se realiza el trabajo en más de 250 ocupaciones. Se trata de profesiones y puestos cada vez más complejos y que requieren de múltiples habilidades. La idea es que los empleos híbridos aumentarán un 21% durante la próxima década, más del doble de la tasa de crecimiento del 10% del mercado laboral en general”.
Además, según Burning Glass, los perfiles de complejidad “muy alta” y “alta” crecen al doble de la tasa de trabajo general, y son remunerados entre un 20% y un 40% más que otros perfiles mucho más tradicionales.
También hay que tener en cuenta que los roles híbridos tienden a ser más sofisticados y especializados. Eso provoca que los niveles de entrada en estas ocupaciones sean también más difíciles de alcanzar. Y constituye asimismo un problema potencial para las instituciones de educación y capacitación que deben enseñar estas habilidades. También para aquellos profesionales que estén en el medio de una carrera y no saben bien qué capacidades deben agregar a su cartera, ni en qué momento.
Algunos de estos puestos híbridos son nuevos, otros son versiones renovadas de trabajos existentes, pero todos plantean desafíos muy diferentes para quienes ya tienen empleo, para quienes lo están buscando, o para los que aún se están formando y se preguntan cuáles son las profesiones que realmente tienen futuro.
Silvia Leal, experta en transformación digital, cree que “con habilidades como la persuasión, la capacidad de vender o de atender a un cliente, es difícil que a uno le quiten el empleo”, pero asegura que “más que de trabajo híbrido hay que hablar de competencias híbridas”. María José Martín coincide en que “las soft skills sirven para impulsar una mayor empleabilidad. En la evolución de los empleos, lo que nos salva son capacidades como la comunicación, la resolución de problemas o el pensamiento ético. Y educar en estas competencias soft es fundamental para lograr una mayor empleabilidad”.
Puede parecer sorprendente, pero hay quien piensa que jugar a videojuegos puede otorgar a los médicos ciertas destrezas necesarias en un quirófano. En el caso de los cirujanos, la evolución tecnológica exige un nuevo perfil de doctores con habilidades de gamer.
Leal añade el ejemplo de la tecnología en el ámbito de las Humanidades: “La tecnología, si no sabemos cómo funciona la cabeza de las personas, no tiene sentido. Así, necesitamos un conocimiento profundo de Humanidades para actividades como la programación”.
La experta concluye que “en realidad, se trata de hacer lo mismo de toda la vida, pero cambiando cómo se hace y las competencias para hacerlo de acuerdo con los nuevos tiempos que llegan”.
Fórmula compensada
Cada vez más trabajos son híbridos, y esto implica que combinan conjuntos de habilidades que nunca antes se encontraban en una actividad concreta. Por ejemplo, márketing y análisis estadístico, o diseño y programación. Las nuevas habilidades actúan como fuerzas de hibridación, que se extienden a través de diferentes roles.
Hasta cierto punto, siempre ha habido trabajos híbridos, ya que se combinan habilidades e ideas de diferentes campos. Los psicólogos industriales y organizacionales, por ejemplo, aparecieron por primera vez en la década de 1920, fusionando los dominios de la psicología, las relaciones laborales y los negocios, entre otros.
Un cambio definitivo es que los puestos que estarán mejor pagados en el futuro serán cada vez más complejos, multidisciplinares e híbridos. Se trata de especialistas (científico de datos, analista de seguridad, gerente de productos, gerente de márketing, diseñador de IU) que requieren un amplio conjunto de habilidades de diferentes campos (diseño, experiencia de usuario, análisis e interpretación de datos, visión para los negocios), y que, como consecuencia de esta adaptación, aumentan su valor.
Los perfiles de márketing y relaciones públicas requieren habilidades de análisis de datos para tener éxito. En este sector, los gerentes de publicidad son diseñadores creativos y analistas a la vez. Carlos Blanco, fundador de Nuclio Venture Builder y Nuclio Digital School, cree que “en cinco años las compañías van a cambiar a más del 60% de sus profesionales por expertos en márketing digital. Las empresas necesitan profesionales que sepan de datos, CRM o adquisiciones”.
El estudio de Burning Glass recuerda que “es difícil pensar en un conjunto de habilidades más tradicional que el que se da en el sector de ventas. Pero a medida que las compañías venden productos nuevos de formas más sofisticadas, esa capacidad básica para vender y administrar los esfuerzos de ventas, y hacerlo utilizando nuevas herramientas tecnológicas, ha cambiado una amplia gama de empleos”.
Según el informe, en el área de ciencias de la computación y analítica de datos, sin embargo, los que antes se consideraban trabajos altamente tecnificados ahora requieren de otras habilidades como escritura, resolución de problemas, capacidades creativas y de investigación, o de trabajo en equipo.
Así, mientras el gerente de márketing ahora es analista, el ingeniero de software o el científico de datos ahora se dedica al negocio y es también un diseñador que sabe trabajar en equipo.
María José Martín añade que “antes nos fijábamos sólo en las competencias tecnológicas de un ingeniero. Ahora se le pide que tenga en cuenta cómo le impacta el mundo digital, que sea capaz de liderar equipos y conversaciones con su gente, o que pueda trabajar de un modo creativo. No hace mucho, ni se nos ocurriría pensar en la posibilidad de que existieran entrenadores de robots, ni que expertos en ética pudieran participar en esto, o que filólogos los enseñaran a hablar. Incluso si pensamos en los profesionales que hoy gestionan una granja hay que tener en cuenta el manejo de datos, los drones que controlan los campos, es necesario entender la cadena de distribución y trazabilidad de los productos… Hace una década nadie hubiera imaginado que hacen falta expertos en todo eso. La tecnología entra en cualquier profesión y eso explica en buena parte la gran complejidad del mundo hacia el que vamos”.
Fuente: Expansión