Por qué el sueldo ya no lo es todo al cambiar de empleo

Por qué el sueldo ya no lo es todo al cambiar de empleo

Hoy cuenta más el tiempo libre, sentirse valorado o el desarrollo profesional.

¿Qué le hará realmente feliz si decide cambiar de empresa o de trabajo? Si lo fía todo al sueldo o a un aumento, quizá no tarde demasiado en frustrarse. Lo de que el dinero no da la felicidad es un dicho muy extendido que no todos se creen… O así era hasta hace bien poco, sobre todo en el terreno profesional. Cada vez más se acepta el hecho de que una satisfacción laboral basada en el sueldo no dura para siempre. Si la retribución es lo que le mueve básicamente a cambiar de trabajo o de empresa, conviene recordar que el elemento económico, aunque sigue siendo determinante para motivar, pronto se interioriza o se olvida.

El salario se ha convertido en un básico. Y los expertos han calculado incluso hasta dónde llega la satisfacción que provoca un aumento de sueldo: a partir de unos ingresos anuales de 67.000 euros no hay mayores consecuencias en términos de felicidad, y ésta se esfuma en pocos meses.

  • Si es cierto entonces que el sueldo o un aumento no le darán la felicidad laboral plena, habrá que buscar otras motivaciones. Una de ellas podría ser la promoción profesional, aunque en este aspecto los expertos mantienen teorías similares a las del dinero en lo que se refiere a la satisfacción en el trabajo. De la misma manera que ocurre en el caso de un aumento de sueldo, escalar posiciones no tiene por qué implicar que su actividad sea relevante y satisfactoria. Puede que consiga una promoción, pero es posible que se dé cuenta al cabo de poco tiempo de que eso no es lo que deseaba realmente… y que no le proporciona ningún tipo de motivación a largo plazo.
  • Para encontrar la verdadera motivación y lo que da sentido a un cambio de trabajo, de empresa o de actividad, hay que llegar hasta las recompensas intrínsecas, que son las que nos damos a nosotros mismos, del tipo “siento que estoy aprendiendo”; “formo parte de un grupo exclusivo”; “soy útil en la organización, y me siento reconocido”.
  • Desde esta perspectiva, lo que realmente motiva son las nuevas oportunidades de trabajo y el hecho de poder participar en proyectos innovadores. Ésta es una buena fórmula para que una organización recompense a sus empleados y consiga que éstos se sientan diferentes, sobre la base de otorgarles nuevas responsabilidades, enriqueciendo su actividad cotidiana.
  • Si cambia y se va de su jefe (es lo que suele hacer la mayoría), cerciórese de que el nuevo confía en usted y lo demuestra. Ha de estar seguro de que quien le mande le ponga retos y le ayude a desarrollarse profesionalmente. Decídase por un verdadero líder, preocupado no sólo de su desempeño, sino también de motivarle; que influya pero no mande; que sea generador de espacios emocionales en los que usted puede liberar su talento.
  • Y, por supuesto, está el tiempo y la gestión de éste, verdadera moneda de cambio actual de la motivación que cada vez cotiza más. Quizá la mejor recompensa sea una nueva forma de trabajar, que implica hacerlo durante menos horas pensando en la eficacia, y que es más propia de la mentalidad start up que de las empresas tradicionales.

La recompensa del tiempo sólo puede darse en un entorno laboral cada vez más flexible que huye del presentismo y de la idea de que hace falta estar en la oficina. Sin olvidar la exigencia de una dedicación de 24 horas, que es también común en muchas organizaciones.

Si busca autogestión del tiempo, debe recordar que ésta sólo se puede otorgar en determinadas funciones y sectores, sobre todo donde sea fácil establecer objetivos claros y donde sea posible medir los resultados. Las empresas en las que se trabaja por proyectos son un claro ejemplo de esto.

Entre esas fórmulas que llevan a pensar en el tiempo como una recompensa para motivar y atraer el talento están los sabáticos para renovarse y reflexionar; la autogestión de las vacaciones, y lo que se conoce como trabacaciones (combinar, sustituir o completar el trabajo con los periodos de descanso); y también el derecho a la desconexión.

Fuente: Expansión

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